domingo, 12 de abril de 2009

Admoniciones.- 1,2,3,4

1.- El cuerpo del Señor
Dice el Señor jesús a sus discípulos: Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie va al Padre si no es por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais, ciertamente, también a mi Padre; y desde ahora lo conocéis y lo habéis visto. Felipe le dice: Señor, muéstranos al Padre y nos basta. Jesús le dice: llevo tanto tiempo con vosotros, ¿y aún no me conocéis? Felipe, el que me ve a mí, ve también a mi Padre (Jn 14, 6-9). El Padre habita en una luz inaccesible (1Tim 6,16), y Dios es espíritu (Jn 4,24), y a Dios nadie lo ha visto jamás (Jn 1,18). Por eso no puede ser visto sino en el espíritu, porque el espíritu es el que da la vida, la carne no sirve para nada (Jn 6,63). Y ni siquiera el Hijo, en lo que es igual al Padre, es visto por nadie de otro modo a como lo es el Padre, de otro moso a como lo es el Espíritu Santo.
De ahí que todos los que vieron al Señor Jesús según la humanidad, y no vieron ni creyeron, según el espíritu y la divinidad, que él era el verdadero Hijo de Dios, están condenados; y así también ahora, todos los que ven las especies de pan y vino en el sacramento que se consagra sobre el altar, por las palabras del Señor por medio del sacerdote, y no ven ni creen, según el espíritu y la divinidad, que son verdaderamente el santísimo cuerpo y sangre de nuestro Señor Jesucristo, están condenados, como atestigua el mismo Altísimo, que dice: Esto es mi cuerpo y mi sangre del nuevo testamento, que será derramada por todos los hombres (Mc 14,22-24); y: Quien come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna (Jn 6,54).
Por eso, es el Espíritu del Señor, que habita en sus fieles (1Cor 6,19), el que recibe el santísimo cuerpo y sangre del Señor. Y todos los que no participan de este Espíritu y se atreven a recibirlo, comen y beben su condena (1Cor 11,29)
Por eso, hijos de los hombres, ¿hasta cuándo seréis duros de corazón? (Sal 4,3) ¿Por qué no reconocéis la verdad y creéis en el Hijo de Dios? (Jn 9,35) Ved que diariamente se humilla (Fil 2,8), como cuando desde el trono real (Sab 18,15) vino al seno de la Virgen; diariamente él mismo viene a nosotros en humilde apariencia; diariamente desciende desde el seno de Padre (Jn 1,18) al altar en manos del sacerdote.
Y cómo se mostró a los santos apóstoles en carne verdadera, así también ahora se nos muestra a nosotros en el pan sagrado. Y como ellos con su vista corporal sólo veían su carne, pero contemplándolo con los ojos del espíritu creían que él era Dios, así también nosotros, al ver con los ojos corporales el pan y el vino, veamos y creamos firmemente que son su santísimo cuerpo y sangre vivos y verdaderos.
Y el Señor está siempre de esta manera con sus fieles, como él mismo dice: Ved que yo estoy con vosotros hasta el fin del mundo (Mt 28,20).










Admoniciones.- 5,6,7,8











Admoniciones.- 9,10,11,12











Admoniciones.- 16,15,14,13











Admoniciones.- 20,19,18,17











Admoniciones.- 24,23,22,21











Admoniciones.- 28,27,26,25.











El Árbol del Paraíso.- 59


El Árbol del Paraíso.- 58


El Árbol del Paraíso.- 57


El Árbol del Paraíso.- 56


El Árbol del Paraíso.- 55


El Árbol del Paraíso.- 54


El Árbol del Paraíso.- 53


El Árbol del Paraíso.- 52


El Árbol del Paraíso.- 51


El Árbol del Paraíso.- 50


El Árbol del Paraíso.- 49


El Árbol del Paraíso.- 48


El Árbol del Paraíso.- 48


El Árbol del Paraíso.- 46


El Árbol del Paraíso.- 45


El Árbol del Paraíso.- 44


El Árbol del Paraíso.- 43


El Árbol del Paraíso.- 42


El Árbol del Paraíso.- 41


El Árbol del Paraíso.- 40


El Árbol del Paraíso.- 39


El Árbol del Paraíso.- 38